El Movimiento Nacionalsocialista Unificado, surge en Santiago de Chile un 5 de septiembre de 1988, cuando un cofradía de camaradas nacionalsocialistas liderados por el escritor Miguel Serrano, llegamos hasta el Cementerio General de Santiago para conmemorar los 50 años de la masacre del seguro obrero, momento trágico de nuestra historia que determinó el final de un movimiento único en América, cuyo espíritu se ha preservado entre cordillera y mar, en la sangre derramada y la sangre trasmitida a nuevas generaciones de idealistas de esta franja de tierra, que desde diferentes perspectivas y campos de acción, se han inspirado en el sacrificio heroico de los jóvenes nacistas.
Queremos ser un frente unitario, que deje a un lado cualquier diferencia doctrinal con pequeños grupos de jóvenes, revistas o movimientos políticos de hoy, teniendo como único objetivo preservar ese espíritu nacionalsocialista original, surgido de esta tierra y de esta gente, pero inspirado por la avalancha renovadora de los movimientos fascistas en Europa.
Hay una perennidad en el Nacionalsocialismo chileno que debe custodiarse para ese instante preciso, tras la caída de este sistema que se pudre desde sus bases, y será entonces el instante crujiente y sonoro, cuando los grupos dispares de hoy, pero que en su esencia permanecen íntimamente unidos, puedan al fin ocupar su lugar en una nueva historia, en esa nueva oportunidad para la justicia y orden.
Queremos ser un frente unitario, que deje a un lado cualquier diferencia doctrinal con pequeños grupos de jóvenes, revistas o movimientos políticos de hoy, teniendo como único objetivo preservar ese espíritu nacionalsocialista original, surgido de esta tierra y de esta gente, pero inspirado por la avalancha renovadora de los movimientos fascistas en Europa.
Hay una perennidad en el Nacionalsocialismo chileno que debe custodiarse para ese instante preciso, tras la caída de este sistema que se pudre desde sus bases, y será entonces el instante crujiente y sonoro, cuando los grupos dispares de hoy, pero que en su esencia permanecen íntimamente unidos, puedan al fin ocupar su lugar en una nueva historia, en esa nueva oportunidad para la justicia y orden.
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